lunes, 31 de marzo de 2014

Necesario reformular la iniciativa en telecomunicaciones enviada por Ejecutivo Federal, a fin de preservar el interés público: AMEDI


En días pasados, el Senado de la República recibió la iniciativa de ley secundaria en telecomunicaciones y radiodifusión por parte del Ejecutivo Federal, cuyo contenido normativo no responde a los principios de la reforma constitucional del 11 de junio de 2013.

 Es muy importante que la iniciativa asegure el cumplimiento de los derechos fundamentales de libertad de expresión, derecho a la información y derecho de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, que constituyen el núcleo central de las modificaciones a nuestra Carta Fundamental. En ese sentido, sería altamente significativo no perder de vista que los servicios públicos de telecomunicaciones y radiodifusión tienen un carácter de servicio público, lo que dará lugar a una mayor precisión regulatoria en torno de los derechos de las audiencias, pues su promoción y defensa no debe dejarse en los códigos de ética de los concesionarios como lo señala indebidamente la iniciativa.

   En lo que corresponde al ámbito de competencia del Instituto Federal de Telecomunicaciones, es necesario expulsar de la propuesta las facultades de la Secretaría de Gobernación (Segob), pues resulta inconsistente que se le otorgue capacidad jurídica para supervisar los contenidos audiovisuales. Se violentaría con ello una de las más importantes atribuciones constitucionales del órgano regulador.

En el mismo sentido, es insano pretender que para la distribución de los Tiempos de Estado, la Segob deba escuchar previamente a los concesionarios y de acuerdo con ellos fijar los horarios de transmisión.

   Tampoco debe permitirse que se vulnere su autonomía por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), que según la iniciativa tendría facultades para opinar sobre su programa de trabajo e informes trimestrales de labores. Igualmente violatorio de nuestra Carta Fundamental sería la permisión que tendría la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) para opinar previamente sobre los proyectos regulatorios del Instituto.

   En lo que corresponde a las emisoras de las instituciones públicas de educación superior, nos parece fundamental que se incluyan de manera expresa dentro de la categoría de medios públicos, los que por cierto deben verse fortalecidos conforme a lo dispuesto pe el artículo décimo transitorio del decreto de reforma constitucional, con el propósito de que en la iniciativa se inserten las características que habrán de cambiar el paradigma que actualmente los identifica, para que en el futuro cuenten con independencia editorial; autonomía de gestión financiera; garantías de participación ciudadana; reglas claras para la transparencia y rendición de cuentas; defensa de sus contenidos; opciones de financiamiento; pleno acceso a tecnologías, y reglas para la expresión de diversidades ideológicas, étnicas y culturales.

   Resulta indispensable que, de igual forma, se fortalezca el régimen regulatorio de los medios comunitarios e indígenas, que según la reforma constitucional deben otorgarse mediante asignación directa. Tampoco debe permitirse que se les impongan requisitos que rayan en lo discrecional, así como prohibiciones para contar con otras fuentes de financiamiento como los patrocinios y la venta de espacios publicitarios. Una regulación como la que se propone, condenaría a la extinción de los medios de uso social.

   Por otra parte, debe cuidarse en extremo la regulación jurídica sobre la transición a la figura de la concesión única, pues los términos en que se plantea no resuelve la inquietud sobre el acceso a los servicios adicionales y la convergencia de los servicios de telecomunicaciones y la radiodifusión. A ese respecto, es necesario que no se introduzcan plazos distintos para las concesiones únicas en relación con otro tipo de concesiones, como es el caso de las destinadas al uso público y social.

   En materia de competencia económica, la iniciativa diluye de manera significativa el alcance de lo dispuesto por el artículo 28 Constitucional, en cuanto a la obligación de establecer límites a la concentración de frecuencias, al concesionamiento y a la propiedad cruzada, bajo la falsa premisa de que una regulación de esa naturaleza constituiría un “abuso de control sobre los medios de comunicación que [configuraría] una forma de censura previa indirecta”. Tampoco debe omitirse la facultad del órgano regulador para ordenar la desinversión de los consorcios actuales, a fin de asegurar el cumplimiento de los límites anteriormente señalados, tal como lo ordena el texto constitucional.

   Otro punto fundamental de la iniciativa se refiere a la posibilidad de no hacer exigibles las multas que imponga el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) hasta que las resoluciones causen estado, en franca violación a lo dispuesto por la Constitución en el sentido de que los actos reclamados dentro del juicio de amparo no pueden suspenderse. Es necesario que el marco regulatorio respete de manera íntegra el principio constitucional.

   Estas, entre otras, son algunas de las razones más relevantes por las cuales, de aprobarse la iniciativa de ley secundaria en telecomunicaciones y radiodifusión que envió el Ejecutivo Federal al Senado de la República, se amenazarían los términos de la reforma constitucional del 2013.
   Es por ello que tanto el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación  de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC), y la Asociación Mexicana del Derecho a la Información. A.C. (AMEDI), exhortamos a las comisiones dictaminadoras de Comunicaciones y Transportes; de Radio, Televisión y Cinematografía, así como de Estudios Legislativos de la H. Cámara de Senadores, a que no renuncien a la facultad revisora que les otorga la Constitución, para que además de hacer un análisis objetivo y serio de la Iniciativa presidencial, dictaminen al mismo tiempo la iniciativa ciudadana que fue avalada por diversos legisladores en ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Los derechos de los ciudadanos deben prevalecer por encima de los intereses corporativos de los consorcios mediáticos y de telecomunicaciones.



México, D. F. 28 de marzo de 2014.

Por el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación
Mtro. Jorge Alberto Hidalgo Toledo
Presidente

Por la Asociación Mexicana del Derecho a la información
Lic. Agustín Ramírez Ramírez
Presidente del Comité Directivo

viernes, 28 de marzo de 2014

RESOLUCIÓN DE SCJN EN NINGÚN MOMENTO DESECHA CONSULTA POPULAR

La reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) acerca de la consulta popular responde sólo a una petición específica de algunos senadores del #PRD y en ningún momento desecha la posibilidad de efectuarla pues no se entró al fondo en el tema constitucional de dicho mecanismo de democracia directa.

Cabe señalar que el artículo 35 constitucional deja a salvo el derecho de llevar a cabo una consulta en temas trascendentales para el país. Asimismo, la recientemente aprobada Ley General de Consulta Popular, impulsada por el #PRD, deja en claro los mecanismos legales para llevar a cabo tal ejercicio.

El #PRD seguirá insistiendo en consultar a los ciudadanos sobre la reforma energética. La Ley de Consulta Popular será el instrumento en el cual basaremos nuestra petición. En su momento la #SCJN tendrá que pronunciarse de fondo sobre este tema y es de esperar que nos dé la razón jurídica.

martes, 25 de marzo de 2014

Siempre huérfanos


Por Jesús Ortega Martínez


México es Comala y “todos los mexicanos somos hijos de Pedro Páramo”... de ese padre al que siempre —casi todos— andamos buscando...

Thomas Carlyle, el celebre escritor escocés, decía que “la democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan”. Esta definición de Carlyle sobre la democracia es la que, tercamente, hemos insistido en asumir la gran mayoría de las y los mexicanos a lo largo de nuestra vida como nación. Nuestra historia nacional escrita es la referencia exclusiva a nuestros “héroes”. Esos individuos “excepcionales, singulares” a los que Carlyle les asigna, “todo el avance de la humanidad”.

 Si el autor de Los héroes tiene una visión casi totalitaria sobre el papel que juegan esos individuos “excepcionales” en la historia de la humanidad, para la gran mayoría de las y los mexicanos, el protagonismo de “los salvadores” en nuestra historia ha resultado en necesidad imperiosa y absolutamente indispensable.

Los mexicanos nos sentimos eternamente huérfanos y en la eterna espera del regreso del padre que nos ha abandonado; en la espera, en su caso, del nuevo padre, de aquel que deba sustituir al que murió. México es Comala y “todos los mexicanos somos hijos de Pedro Páramo”, como lo es Abundio —el arriero al que Rulfo hace decir “yo también soy hijo de Pedro Páramo”— de ese padre al que siempre —casi todos— andamos buscando, desesperadamente, porque acusamos un permanente, crónico, sentimiento de orfandad.

Por eso nuestros héroes son como nuestro padre Hidalgo, “El Padre de la Patria”, pero también lo era —durante décadas— su “alteza serenísima” (once veces lo fueron a buscar para que salvara la patria); y Juárez lo fue a tal grado, que al morir, la granítica unidad de los héroes vencedores de la guerra civil del siglo XIX se desmoronó. La muerte del padre evidenció la condición ordinaria de nuestros héroes —muy alejada de la excepcionalidad “Carlyana”— de los simples mortales (con sus abnegaciones y sus pasiones). En el siglo XX, los presidentes de la República revivieron a Pedro Páramo y nos convertimos en sus hijos, porque, como dijo Federico Campbell: “Pedro Páramo es una mentalidad, un resultado histórico y social”.

De esa manera, a principios del siglo XXI seguimos buscando al padre y por ello mismo muchos de los que quieren, ahora, asumir poder político en México —especialmente si desean ser Presidente— buscan denodadamente aparecer ante la gente como “salvadores de la patria”; buscan encarnar en nuevos Juárez, en nuevos Porfirio Díaz o en nuevos Robespierre, es decir: en supuestos seres excepcionales, únicos, singulares, insustituibles, infalibles y, sobre todo esto, aspiran a recrearse, a conformarse en el eterno Pedro Páramo, en el padre al que México —así lo piensan— sigue esperando.

Esta mentalidad, esta cultura política resultado de la visión individualista, personalista de la historia y de los procesos sociales; esta visión feudalista de identificar al Estado en un personaje, en un individuo, nos recorre horizontalmente como país y de manera particular se recrea en los partidos políticos.

  
Esta concepción de la historia es el principal fardo de la política mexicana y es nuestra principal tara como nación.
La democracia a la que debemos aspirar las y los mexicanos no debiera ser la que define Carlyle; no debiera ser la que busca desesperadamente a Pedro Páramo para que nos dirija.

*Expresidente del PRD
 Twitter: @jesusortegam
 Texto original:  http://www.excelsior.com.mx/opinion/jesus-ortega-martinez/2014/03/25/950399

#EventoDDI

La izquierda Democrática al rededor del mundo, ha demostrado ser no solo en el discurso, pero en la practica, una de las opciones de gobierno que impulsa ante todo, políticas eficientes que construyen el estado de bienestar con sentido humanista, progresista y social, en donde se privilegia el desarrollo pleno de mujeres y hombres con equidad e igualdad. 

¡Las y los invitamos a un encuentro de primer nivel para reflexionar acerca de la izquierda democrática, junto a expositores nacionales e internacionales!

Más información próximamente. 



lunes, 24 de marzo de 2014

DEBEN RECTIFICAR LA RUTA DEL TREN TRANSPENINSULAR

Por Eric Villanueva Mukul

La demanda de que la ruta del Tren Transpeninsular sea rectificada para unir a Mérida y Cancún fue presentada al Presidente de la República, quien se comprometió a hacer una seria revisión de la propuesta. Rectificar la ruta, además de responder a una demanda de amplios sectores de la sociedad, le dará al proyecto mucha más sustentabilidad en el corto y largo plazo.

Entre las propuestas de construcción de infraestructura del actual gobierno federal, está la del Tren Transpeninsular, para unir, en una primera etapa, Mérida y Cancún. Con el objetivo de dinamizar el turismo de la zona e incrementar y aligerar el flujo de pasajeros entre las dos ciudades. Siendo un proyecto interesante despertó el interés de amplios sectores económicos y sociales. Sin embargo, al hacerse la presentación oficial por parte de Secretaria de Comunicaciones y Transportes (SCT), la propuesta se modificó para cubrir el tramo entre Mérida y como destino final Punta Venado, pasando por Valladolid. Un sitio ubicado en el municipio de Solidaridad, en Quintana Roo. Punto ubicado en medio de la Riviera Maya, con gran dinamismo, pero que no alcanza la importancia de Cancún, lo que parece no tener lógica, desde la perspectiva de la principal actividad económica de la península que es la turística.

Las manifestaciones de descontento de diferentes sectores no se hicieron esperar. No solo de los críticos al gobierno y de entidades públicas, sino de sectores directamente involucrados en las actividades económicas de ambas entidades. Es decir, empresarios hoteleros, prestadores de servicios, e incluso servidores públicos, analistas, académicos y miembros de la sociedad civil.

Las manifestaciones de descontento se hicieron saber por todos los medios, hasta que en la reciente visita que hiciera el Presidente Enrique Peña Nieto el 7 de marzo a Mérida, fue abordado por el presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Yucatán, para insistirle en la necesidad de rectificar la ruta del Tren Transpeninsular, para que en vez de que la vía fuera de Mérida a Valladolid y de ahí a Punta Venado, como fue anunciado por la SCT, se dirigiera al aeropuerto de Cancún. Como se dio a conocer por la prensa, el Presidente después de escuchar los argumentos mismos que han sido expresados públicamente por los empresarios, representantes del sector turístico, prestadores de servicios, analistas y diferentes sectores sociales de ambas entidades, se comprometió a evaluar seriamente dicha solicitud.

Aunque solamente fue un compromiso verbal, fue el primero que una autoridad de primer nivel expresa en ese sentido. Más bien, las autoridades federales habían manifestado una total cerrazón a escuchar y responder a los argumentos expresados, en el sentido de rectificar el trazo de dicha vía.

Como dijimos en una nota anterior, los argumentos del SCT para sostener dicha propuesta parecen con poca lógica económica y por el contrario parecían esconder motivos no claros.

Las dos concentraciones de población y turística más grandes se encuentra entre Mérida y Cancún. Esta última ciudad concentra cerca del 50%, de la población y la actividad turística de Quintana Roo. Además que su aeropuerto es uno de los más importantes del país que moviliza 16 millones de pasajeros al año.

Llevar a Punta Venado una de las terminales, sin pasar por Cancún, argumentando su potencial en el mediano y el largo plazo, o la necesidad del transporte de carga y de combustibles a esa zona, más parece esconder algún interés particular, valorizar propiedades, o la intención de subsidiar el transporte de carga sin decirlo claramente.
En vez de plantear subsidiar la carga y los combustibles, si ese fuera el caso, debiera potencializarse la actividad turística que permitirá obtener los recursos para pagar los insumos, la carga y los combustibles que la actividad y el desarrollo demandan. De otra manera se estará actuando a la inversa o de plano se estará buscando privilegiar intereses particulares, sobre los generales.

De todas maneras, en un segundo momento se puede construir el ramal hacia Punta venado y Playa del Carmen e incluso a Tulum, para unir toda la Riviera Maya, con el aeropuerto de Cancún y viceversa cuestión más lógica desde la perspectiva turística y económica.

Construir el ramal entre Mérida y Campeche, terminaría de completar la iniciativa del Tren Transpeninsular. Pero creo que debe proyectarse su continuidad a Tenosique, frontera con Guatemala, a Palenque y de ahí en un nuevo trazo a Villahermosa, Cárdenas y a Coatzacoalcos-Minatitlán.

Es necesario destacar que reconstruir y modernizar, con los cambios requeridos de acuerdo a la nueva dinámica poblacional y económica, del antiguo Ferrocarril del Sureste, debe ser una obra que debe ser retomada y reprogramada.

Rectificar la ruta propuesta por la SCT, para unir Mérida y Cancún, además de responder a una demanda de amplios sectores sociales involucrados en la actividad turística y económica de la región, lo hará más racional técnica y económicamente con lo que se asegura su sustentabilidad en el mediano y largo plazo.

Facebook:EricVillanuevaMukul
Twitter:@VillanuevaMukul 
Sitio: http://www.ericvillanuevamukul.org/
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martes, 18 de marzo de 2014

La Línea 12: transparencia y legalidad


Hace unos días un Tribunal Federal declaró absuelto a Gustavo Ponce, secretario de Finanzas del Gobierno del DF cuando AMLO era el jefe de Gobierno de la ciudad capital. Como se sabe, la detención de este exfuncionario estuvo enmarcada en los videoescándalos, de los que fueron parte Víctor Trujillo en su papel de Brozo (el que los difundió en Televisa); René Bejarano, entonces secretario particular de López Obrador; la ahora titular de la Sedesol a nivel federal y el truhán de Carlos Ahumada.
Este “misil” fue enviado con tal precisión que le explotó al PRD en su “línea de flotación”. Nos causó severo daño, pues nos pegaba en un tema especialmente sensible a la población (lo sigue siendo ahora) como lo es la corrupción.
En ese momento el PRD respondió como debía y podía. A diferencia de otros hechos similares en donde los actores fueron otros partidos y gobiernos, en el caso mencionado, varios funcionarios fueron a la cárcel. Ahumada, igualmente fue recluido, otros enfrentaron juicios penales y la dirección de nuestro partido expulsó de sus filas a varios de sus principales dirigentes para que finalmente todos, incluido el PRD, experimentáramos el tremendo juicio de l@s ciudadan@s.
Guardando toda comparación, ahora el Gobierno del DF enfrenta el problema de la Línea 12 del Metro, que nadie debiera minimizar y nadie debiera intentar —como lo hace ahora mismo el PAN, chantajeando— “archivar”, ni el asunto de Oceanografía, Banamex, Citibank y Pemex o como los priistas lo han hecho antes, “enterrando” los asuntos de Moreira, Pemexgate y otros muchos más.
Frente a la ciudadanía y especialmente ante los asuntos de corrupción, el PRD tiene que evidenciar —como lo hizo en aquella ocasión— un comportamiento diferente. Es decir: necesitamos que nuestros gobiernos actúen con transparencia y con legalidad.
La población capitalina debe saber con claridad las causas de carácter técnico que obligaron a suspender el funcionamiento de esta nueva línea del Metro; debe conocer quiénes son los responsables (empresas constructoras, dependencias administrativas o funcionarios encargados) que por omisión o por comisión están causando este daño a la ciudad, a sus habitantes y a su patrimonio. En ese propósito debe llevar a cabo, necesariamente conforme a los procedimientos legales, una exhaustiva investigación sobre este lamentable hecho.
Conforme a la ley, implica hacer a un lado cálculos políticos; obliga a la Procuraduría capitalina actuar con rigurosidad y con la convicción de que su principal tarea y deber es proteger los derechos y los intereses de los ciudadanos del DF y en lo que corresponde a los del país. La Ciudad de México, no debiera olvidarse, es la capital de la República.
Antaño, la izquierda con una visión ideológica profundamente equivocada veía a la ley como un instrumento de dominación clasista y en consecuencia se sujetaba o no a ella en razón de estrategias políticas. La despreciaba si en sus consideraciones no le resultaba útil en el cumplimiento de sus objetivos y la admitía y respetaba si eso se ajustaba a sus planes. Esa no puede ser una concepción correcta del principio constitucional de la legalidad.
Esa percepción de la legalidad no sirve para avanzar en la convivencia civilizada en la sociedad mexicana y, desde luego, no sirve para el crecimiento y desarrollo de la izquierda. Se puede conspirar para llevar a cabo un delito y eso es grave, pero también se puede conspirar para ocultarlo y eso es igual de dañino. 
Contrario a ello, un gobierno que se pretende distinguir como de izquierda democrática es aquel que recurre y se ampara en la ley siempre, y no sólo cuando le conviene políticamente; que apela a la ley por permanente obligación ante la ciudadanía y no como instrumento para la propaganda partidista o para la promoción personal; que recurre a la transparencia siempre y no sólo cuando le beneficia; que informa constantemente a l@s ciudadan@s por respeto a la Constitución y no por ocurrencia personal.
Esta es una nueva visión de una izquierda que se precia renovada en el pensamiento y la acción política. Esto, tarde que temprano, será justipreciado por la ciudadanía.
Jesús Ortega Martínez

Twitter: @jesusortegam
Texto original: http://www.excelsior.com.mx/opinion/jesus-ortega-martinez/2014/03/18/949200

lunes, 17 de marzo de 2014

SI LA IZQUIERDA FUERA IZQUIERDA



Por Xavier Velasco

Déjenme ver si entiendo: uno se hace de izquierda porque encuentra que el mundo está muy chueco para dejar las cosas como están. Es decir que en principio observa, reflexiona, se informa. Nada que no se obligue a realizar cualquiera que pretenda comprender lo que pasa antes de sugerir lo que idealmente debería pasar o sentarse a tejer las grandes utopías.

Uno se hace de izquierda no tanto por probar su bonhomía como por demostrarse que podría ser hoy un poco menos bruto que anteayer. Actitud que más tarde o más temprano le acarreará el desprecio de una izquierda embrutecida, cuando no emputecida, comandada por clérigos tan tiesos y mandones como la ultraderecha que tanto les asusta. Uno se hace de izquierda, finalmente, cuando la izquierda beata y regañona le cubre de invectivas y anatemas por el pecado de pensar por sí mismo. Y es entonces que se entrega a soñar con una izquierda digna de respeto.

Una izquierda lo bastante sensata para no replicar el autoritarismo inquisidor de esa derecha rancia y mojigata que teme a las palabras y miente por sistema en el nombre de dogmas de cartón que no admiten la duda ni perdonan la desobediencia.

Una izquierda sin curas ni catecismos, donde la libertad de pensamiento, palabra, obra y omisión no resulte motivo para santiguarse, cuantimenos causal de excomunión (allí donde el auténtico deber moral consistiría en pensar, no en comulgar).

Una izquierda derecha, y aún mejor: pareja, que no se escandalice de los mismos excesos que justifica, según la filiación de quien incurre en ellos, ni se ponga del lado de los sátrapas con coartadas aún más cínicas y estúpidas que las empleadas por sus adversarios.

Una izquierda que entienda la obligación moral de lograr que los medios justifiquen al fin, y en tanto ello renuncie a echar mano de trampas evidentes y mentiras baratas en nombre de abstracciones redentoras, como acostumbran tantos clérigos abusivos.

Una izquierda que sepa que insultar al contrario es la mejor manera de insultarse, y que en vez de invectivas y condenas pueda esgrimir ideas estructuradas, flexibles y probables, en lugar de una lista de artículos de fe para el consumo de convencidos e incautos.

Una izquierda suscrita al aquí y el ahora, libre de profecías y tierras prometidas, capaz de defender a quien lo necesite sin que para ello cuenten creencias, procedencias, méritos anteriores ni compromisos para el porvenir.

Una izquierda que no crea en buenos y malos, ni encuentre recompensa en la denuncia, ni se sienta tentada a juzgar y sentenciar al tiempo que se absuelve ante el espejo, convencida de estar delante de una Historia que le ha dado el papel de redentora.

Una izquierda ligera y relajada, no exenta de sentido del humor, liberada del miedo a las palabras y el culto pueblerino a la apariencia, tan comunes entre esos extremistas persignados cuya gran vanidad está en ser consecuentes con sus odios.

Una izquierda que invierta más de lo que gasta, y si es posible que haga más de lo que canta; que no se dé sus gustos en lo oscuro, ni condene a quien lo hace al descubierto; que comprenda al dinero y lo use para bien, antes que corromper a su clientela con el pretexto de la redención.

Una izquierda decente y verosímil, dotada cuando menos del decoro bastante para aceptar y corregir errores, en lugar de buscar culpables a medida y ocultarse detrás de una pureza que a estas alturas nadie les pide ni les cree.

Una izquierda que no encuentre “fascistas” donde quiera que alguien se atreve a cuestionarla, ni se valga de gritos y condenas —las herramientas del fascismo corriente— para que prevalezca su verdad oficial por en-cima de todo raciocinio.

Una izquierda sin socios exclusivos, ni membresías sujetas a feligresías, ni malas caras para los herejes, donde expresar ideas propias y atrevidas sea no solamente permisible, sino de hecho esperable y bienvenido como sería el caso del pan de cada día.

Una izquierda lo suficientemente humilde para aceptar todo lo que no sabe y resistir la tentación de la arrogancia, tan socorrida entre esos arzobispos que viven convencidos de la complicidad de Dios en el caso concreto de su opulencia.

Una izquierda libre de narcisismo, cuya primera y fundamental cruzada se lance en contra de la propia estupidez: enemigo temible que vive agazapado detrás de las mejores intenciones y tarda poco o nada en salpicarlas.

Una izquierda que merezca su nombre: tal vez sea ésa la gran utopía.

Publicado en: http://www.milenio.com/firmas/xavier_velasco_pronosticodelclimax/izquierda_18_264153608.html

viernes, 14 de marzo de 2014

Trata y prostitución


Por José Woldenberg


Escribo las siguientes notas con no pocas dudas.
La trata de personas es un delito infame. La nueva esclavitud. Personas privadas de su libertad, de sus derechos, sojuzgadas, maltratadas, oprimidas, convertidas en algo menos que vasallos humanos. Hay trata laboral y trata sexual. Ahora solo toco esta última. Un sometimiento que convierte en simple mercancía, sobre todo, a millones de mujeres en todo el mundo. El combate a la misma debe ser frontal porque es un delito. No se debe contemporizar con él.
La prostitución es otra cosa, aunque como bien dice la fiscal antitrata del DF, en ocasiones la línea que las separa puede ser muy delgada. Pero precisamente porque esa línea existe, vale la pena diferenciarlas. La prostitución, o el intercambio de servicios sexuales por dinero o alguna otra recompensa, es en principio un pacto sin coacción, sin violencia, sin coartar la libertad de nadie.
No soy de los que hacen la apología de la prostitución, ni siquiera me atrevo a equipararla con otras actividades laborales. No. La prostitución degrada, humilla, también convierte a los hombres y mujeres que la ejercen en mercancías poco apreciadas. He escuchado a fanáticos del mercado apuntando, con naturalidad, que es otra actividad comercial, similar a cualquier otra. Total: alguien vende y otro compra. Así, convirtiendo en un nuevo Dios al mercado, nada tendría de malo que alguno venda su pluma al mejor postor (ambos ganan), ni que hubiese un libre tráfico de órganos humanos (el que vende su riñón recibe su recompensa y por supuesto el que lo absorbe tendrá que pagar). Nada los perturba. Pero reducir la existencia y las relaciones humanas a un mercado hiere a la existencia misma. Creo que los ejemplos ayudan a comprender por qué la convivencia social es y debe ser algo más que un montaje donde todo se comercializa.
La larga introducción viene a cuento porque hay una decisión en el gobierno del DF de combatir a la trata sexual de personas. Sin vacilación, digna de aplaudirse. No obstante, existen dudas de si no se está transgrediendo esa línea que separa a la trata de la prostitución. Hace dos o tres meses, por ejemplo, leí en Reforma una nota que más o menos decía lo siguiente: en su "cabeza" hablaba de un golpe a una red de trata y la nota narraba que a las mujeres que trabajaban en un determinado lugar no se les permitía la entrada si llegaban con retraso en tres ocasiones. Me pareció -disculpen- que era un antro de prostitución y no de trata, porque esta última implica forzar a alguien a hacer lo que no quiere hacer, y si ese alguien tiene la posibilidad de simplemente ausentarse entonces estamos ante un fenómeno de prostitución simple y llano. También han aparecido notas y fotografías de "presuntas bailarinas y trabajadores de table dance afuera de la Procuraduría del DF" demandando respeto a su labor. Pueden, por supuesto, estar siendo manipulados por sus explotadores, pero pueden también estar reivindicando sus derechos.
En México la prostitución no es un delito. En otros países sí. Pero en ningún lado se le ha podido erradicar. Insisto: me parece una actividad lamentable -no se la deseo a nadie-, pero creo que resulta contraproducente -en este terreno- confundir nuestros deseos con la posibilidad de que se hagan realidad. Hace unos meses, observamos una ola de opinión desatada por la televisión en contra de los anuncios de servicios sexuales en los periódicos y revistas, al grado de que los mismos desaparecieron de esos medios. El alegato fue que los anuncios eran parte o fomentaban la trata de personas con fines sexuales. ¿Alguien se ha preguntado en serio si esas ofertas eran parte del ejercicio de la prostitución, llamémosla libre, o si realmente eran la entrada a redes de trata de personas? La verdad es que no lo sabemos.
Puede existir una línea de continuidad entre prostitución y trata, pero puede ser exactamente lo contrario. Que una prostitución regulada, libre, sin coacción, genere mejores condiciones para las prestadoras o prestadores de ese servicio y sus usuarios, y que por ello precisamente la trata vaya siendo acorralada hasta lograr su desaparición. Porque si acabamos confundiendo a ambas, convirtiéndolas en una misma cosa, sin la paciencia para diferenciarlas, a lo mejor estaremos conduciendo el ejercicio de la prostitución hacia niveles cada vez más sórdidos, escondidos, escabrosos y por ello mismo más cercanos a la trata. Recordemos que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Originalmente publicado en el periódico REFORMA



jueves, 13 de marzo de 2014

LOS DILEMAS DE LA IZQUIERDA


Por Roger Bartra

A lo largo del siglo pasado se desarrollaron a escala mundial cuatro tipos de izquierda. Las dos formas principales fueron los comunismos y las socialdemocracias. Podemos agregar otros dos tipos de izquierda: los populismos y las ultraizquierdas. 

El comunismo ha prácticamente desaparecido del mapa; en contraste, la socialdemocracia sigue siendo una fuerza importante.

En México la historia de la izquierda es muy diferente. Las dos grandes corrientes han tenido una existencia muy precaria. La tradición comunista fue larga pero débil, y acabó disolviéndose para unirse a corrientes reformistas. 

En cambio, la socialdemocracia es un fenómeno relativamente reciente que ha surgido dentro del PRD. El populismo en México creció en el seno del PRI hasta que se separó a finales de los años ochenta para unirse con otras corrientes en el PRD. Las ultraizquierdas han tenido una presencia marginal hasta que surgió, con espectacularidad, el neozapatismo en Chiapas. Pero han vuelto a la marginalidad.

Hoy en día las dos fuerzas más importantes de la izquierda son el populismo (organizado principalmente en Morena) y la socialdemocracia (alojada en el PRD). Su historia como fuerzas independientes es muy corta y accidentada. Originalmente las dos cohabitaron en el PRD, pero la corriente populista más visible y activa, encabezada por López Obrador, se separó para fundar su propio partido. Sin embargo, por diversas razones, se mantuvieron en el PRD el líder moral e intelectual más importante del populismo, Cuauhtémoc Cárdenas, y algunas fracciones que no encontraron su lugar en Morena.

El PRD está actualmente entrando al proceso de renovación de sus líderes. Sorpresivamente, Cuauhtémoc Cárdenas decidió intentar un retorno a la dirección del partido que fundó, ofreciéndose como una alternativa de unidad que, se supone, podría contrarrestar el daño ocasionado por la escisión de López Obrador. El resultado de este movimiento ha colocado a la corriente socialdemócrata del PRD (Nueva Izquierda) entre dos amenazas: el populismo externo de Morena y el populismo interno de Cárdenas (con sus aliados ocasionales y oportunistas). La presión para forzar a los socialdemócratas a ceder el liderazgo del PRD a la figura más emblemática del populismo ha sido muy fuerte. La alternativa de traspasar el mando a Cárdenas parece atractiva, no sólo por su conocida y encomiable honestidad, sino porque sería un escudo contra las embestidas de López Obrador, cada día más agresivas conforme se da cuenta de la debilidad del partido que acaba de fundar.

Sin embargo, este retorno al populismo inicial puede significar para el PRD un salto hacia atrás muy peligroso. Me parece que, más bien, es el momento de consolidar con audacia un reformismo enérgico. Es también el momento de deslindarse del vetusto populismo y del arcaico nacionalismo revolucionario, dos lastres que la izquierda heredó del PRI. ¿Es posible que una izquierda creativa e inteligente dé un salto hacia adelante? ¿Podrá el PRD dar un viraje para consolidarse como el partido de las reformas y de las nuevas ideas?

Lo más probable es que las elecciones en el PRD sean diferidas unos meses. Ello abrirá un periodo de reflexión que acaso permita la consolidación de lo que llamaría un reformismo radical. Los buenos resultados de las reformas se observarán más claramente, cosa que ya comienza a verse, por ejemplo, en los cambios en los espacios de la televisión y las comunicaciones, con el golpe que han recibido Televisa y Telmex.

Más vale que el PRD intente cambiar de curso, enfrentar decididamente el populismo de caudillos y caciques, romper con la política que alaba al más rancio autoritarismo en Cuba y tolera la represión a estudiantes en Venezuela, es hora de defender con orgullo un reformismo audaz y creativo. Con grandes dificultades el PRD logró un importante avance gracias al Pacto por México y a las reformas que propuso. Pero los lastres internos frenaron el impulso. Lo mismo ocurre en el PAN: los conflictos bloquean allí también a las corrientes reformistas. El PRI se aprovecha del desorden en los partidos de oposición y se beneficia del aura prestigiosa de unas reformas que durante años bloqueó. Es lo que han propiciado los grupos más atrasados y conservadores de la oposición. Han ocasionado, en la izquierda, que el reformismo socialdemócrata se desarrolle con frecuencia de manera vergonzante y tímida.

Reforma 11 03 14